viernes, 9 de septiembre de 2011

Una educación limitada

Las guerras de la Independencia afectaron a
la educación. Muchos jóvenes fueron reclutados
para los ejércitos y algunos establecimientos
educativos fueron cerrados. Los nuevos estados
de América Latina, entre ellos Ecuador, en sus
primeras décadas debieron volver a abrir escuelas
y colegios, reformarlos y fundar nuevos.
La educación formal estaba limitada a los
“blancos” o “criollos” varones, que tenían propiedades.
Para ellos existían escuelas elementales
en las ciudades o los pueblos grandes, y se
crearon colegios de secundaria. Los seminarios
de la Iglesia recibían alumnos seglares. En la
Universidad Central, restablecida por Bolívar en
1826, se enseñaba Derecho, Medicina y Teología.
Tenía pocos alumnos en sus aulas y muy
pocos libros en su biblioteca.
Las mujeres de alta posición social recibían
instrucción en el hogar, algo de lectura y escritura.
Unas pocas escuelas de niñas se abrieron en
Quito y capitales de provincia. La gran mayoría de
la población era analfabeta.
Los hombres
se dedicaban desde
jóvenes al trabajo y recibían
solo la capacitación
necesaria para
labores artesanales o
agrícolas. Las mujeres
se preparaban para la
vida de hogar. Muchas
aprendían a ser costureras
o trabajadoras
domésticas.
 

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