En 1856, a Urvina le sucedió en el poder su
aliado y continuador, el general Francisco Robles.
Una desastrosa negociación de la deuda
externa y el intento de arrendar Galápagos a extranjeros
fueron motivos para que la oposición
contra el gobierno adquiriera fuerza.
El Perú reclamó varios territorios en el Oriente
y bloqueó el puerto principal con su marina.
En 1859 varias revueltas seccionales provocaron
una crisis de disolución. En Quito, Guayaquil,
Cuenca y Loja se formaron gobiernos autónomos.
Los países vecinos negociaban la partición
del país. Llegó un momento en que todo el
sistema amenazó venirse abajo por el peso de
las contradicciones entre las oligarquías regionales.
(R: 84).
La crisis se mantuvo por más de un año.
Luego de proponer que el país se convirtiera
en un “protectorado” de Francia, Gabriel García
Moreno, a la cabeza de la aristocracia quiteña y
ayudado por Flores, logró triunfar en la Sierra,
tomar después Guayaquil y reunificar al Estado
ecuatoriano en 1860.
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