El 13 de mayo de 1830, las “corporaciones
y padres de familia de Quito” resolvieron “constituir
un Estado libre e independiente, con los
pueblos comprendidos en el Distrito del Sur y
los más que quieran incorporarse, mediante las
relaciones de naturaleza y de recíproca conveniencia”.
De inmediato se convocó a una Asamblea
que sentaría las bases del nuevo Estado.
Semanas después, en agosto, se reunió en
Riobamba la primera Asamblea Constituyente de
nuestra historia. Se había
logrado juntar a los tres
antiguos departamentos
del Distrito del Sur de Colombia
y concurrieron a
la Asamblea diez diputados
por cada uno.
En pocas semanas se
aprobó la Constitución y varias leyes. Y se bautizó
también al nuevo país con el nombre de Ecuador,
en aras de la unidad, ya que el nombre Quito no
era aceptado por guayaquileños y cuencanos.
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