En las antiguas colonias latinoamericanas,
el poder social y político quedó en manos de los
grandes latifundistas y comerciantes, que fundaron
los nuevos estados nacionales. Pero estos
sufrieron tensiones internas, guerras externas y
enfrentamientos regionales. La mayoría fue gobernada
por caudillos militares.
A lo largo del siglo XIX, los países de América
Latina se insertaron en el mercado mundial
con exportaciones de metales (plata o cobre),
de productos de clima templado (carne, trigo),
de productos de clima cálido (café, cacao). Con
eso, los comerciantes y los banqueros locales
incrementaron su poder dentro de los países. El
capital internacional, especialmente británico,
penetró con fuerza.
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